La amenaza que viene del Ártico

La investigadora rusa advierte que emisiones de metano pueden acelerar de forma dramática el calentamiento global.

Leila Marco y Rosana Bertolin

01/12/2015 | Martes | 9:18 horas | Actualizado el 22/09 a las 16:07 horas

Arquivo Pessoal
Natalia Shakhova es profesora investigadora de la Universidad Politécnica de Tomsk, Siberia, Rusia, y de la Universidad de Alaska Fairbanks, en Alaska, Estados Unidos, además de miembro de la Academia de Ciencias Rusa.

Cuestiones muy serias han sido relevadas por la científica rusa Natalia Shakhova que, junto a su compatriota Igor Semiletov, está al frente de un grupo de investigadores internacionales preocupados por la creciente liberación de metano (CH4) del suelo oceánico de la plataforma continental siberiana (East Siberian Arctic Shelf, ESAS), situada en la costa norte del este de Rusia. Sus observaciones muestran que, en algunos puntos, la concentración del gas es hasta miles de veces mayor de lo que se esperaba. Según los estudiosos, en verano, cuando el mar se descongela, el CH4 puede verse burbujeando en la superficie de las aguas en las estructuras de flujos continuos, impresionantes y poderosos, de más de mil metros de diámetro.

En agosto, Shakhova, que es profesora investigadora de la Universidad Politécnica de Tomsk, en Siberia, Rusia, y de la Universidad de Alaska Fairbanks, en Alaska, Estados Unidos, además de miembro de la Academia de Ciencias Rusa, abrió espacio en su apretada agenda, para hablar sobre el tema en una entrevista exclusiva a la BUENA VOLUNTAD. En esta ocasión, la doctora en Ciencias en Geología Marina y Ph.D. en Geografía Médica explicó que el fenómeno anteriormente expresado, mapeado por ella y sus colegas desde 2003 en una de las más remotas y aisladas áreas del mundo, es resultado del progresivo deshielo del permafrost (solo encontrado en la región del Ártico, constituido por tierra, hielo y rocas, permanentemente congelado), debajo del cual los investigadores estiman pueden existir de millones a miles de millones de toneladas de metano, uno de los gases de efecto invernadero cuya capacidad de retener calor es veinte veces mayor que la del dióxido de carbono (CO2), también conocido como gas carbónico.

Al comentar los impactos del descubrimiento de su grupo, Shakhova aprovechó la oportunidad para exponer un hecho extremadamente preocupante: “(...) las fuentes de metano en el Ártico nunca fueron incluidas en el presupuesto global de metano, tampoco fueron consideradas en los modelos climáticos globales, que tienen como objetivo prever los escenarios climáticos futuros para el planeta”. En otras palabras, la liberación del CH4 que existe en aquella vasta región puede hacer que el calentamiento global se agrave cada vez más, y de manera rápida.

Preocupada por la posibilidad de concreción de ese cuadro sombrío, la investigadora también destacó: “Ni yo ni nadie de nuestro equipo científico estuvo en Brasil, pero sabemos que el pueblo brasileño estima los valores familiares. Esperamos que esa cualidad se desarrolle en el mundo, para que todas las personas que viven en el planeta empiecen a cuidar unas de las otras y de la Madre Naturaleza de la misma manera que se preocuparían por sus familiares. Esto convertiría a nuestro planeta en un lugar mucho más seguro y feliz para vivir”.

BUENA VOLUNTAD: Su equipo dio significativas advertencias a la comunidad científica mundial sobre los peligros de la inminente desestabilización del permafrost del Ártico. ¿Cómo ha sido la rutina en la investigación que hicieron ustedes en ese lugar?

Shakhova: La plataforma continental siberiana, donde trabajamos, es la mayor plataforma continental del mundo (con 2 millones de kilómetros cuadrados), es una extensa área de investigaciones. Cuando empezamos los estudios, nada se sabía sobre las emisiones de metano. (...) Era como buscar una aguja en un pajar. Tuvimos la suerte de encontrar algunas zonas activas en 2003 y creíamos que debía haber otras más. Desde entonces, realizamos expediciones marítimas todos los años. En 2011, comenzamos a perforar el permafrost, que existe bajo el lecho marino. Instalamos nuestra sonda de perforación en el hielo fijo, extraíamos núcleos de sedimentos e investigamos el estado actual del permafrost submarino, importante factor de control de las emisiones de metano en la ESAS. (...) Nuestro trabajo científico en el mar incluye pruebas e investigaciones 24 horas por día. No dormimos mucho durante las expediciones.

“La intensa liberación de gas metano proveniente de depósitos desestabilizados en el lecho marino tendría consecuencias imprevisibles en nuestro sistema climático.”

BV: ¿Cuáles son los principales desafíos encontrados cuando están en campo?

Shakhova: Además de las dificultades logísticas, el Ártico es un ambiente inhóspito y trabajar en él es siempre un desafío, especialmente en los días actuales, porque la región se está calentando a un ritmo dos veces más rápido que el resto del mundo. Toda la criósfera está afectada: el hielo marino, los glaciares y el permafrost. Las tempestades son más frecuentes que antes, las olas son más altas, y existe la posibilidad de encontrar las llamadas olas asesinas o gigantes, de hasta 100 pies de altura [aproximadamente 30 metros]. Una ola de ese tipo podría hundir nuestra embarcación en cuestión de minutos o incluso menos. (...) La realización de expediciones en el invierno se está volviendo aún más difícil, porque el hielo marino está disminuyendo de espesura, las áreas de aguas abiertas en medio del hielo (las llamadas polinias) están aumentando, y el período de rajadura del hielo está empezando más temprano. Hubo un año en el que nuestra expedición casi fue arrastrada por un flujo de agua formado por el hielo derretido —mucho antes de lo previsto—, oriundo del río Lena.

BV: ¿Cuál es la importancia del permafrost del Ártico para el planeta?

Shakhova: Es suelo congelado en áreas terrestres y de sedimentos congelados bajo el lecho marino. En la ESAS, el permafrost se formó en las eras frías, como el período Pleistoceno, entre 2,6 millones y 11,7 mil años atrás. La última era glacial acabó con el fin del Pleistoceno, dando inicio al actual período, más caliente: el Holoceno. Los glaciares acumulaban gran cantidad de agua en estado sólido y, por lo tanto, los niveles del mar eran más bajos en el Pleistoceno de lo que son hoy, en hasta 100 metros. Buena parte de la ESAS está, actualmente, a menos de 50 metros de profundidad, de forma que su lecho marino poco profundo ya fue expuesto a temperaturas del aire muy bajas. Los sedimentos de la ESAS se congelaron a pocas centenas de metros de profundidad y se convirtieron en permafrost, lo que almacena una enorme cantidad de carbono orgánico. Si los sedimentos que contienen ese material se derritieran, se producirían inmensas cantidades de metano y dióxido de carbono y se liberarían a la atmósfera, aumentando drásticamente el efecto invernadero, que ya está causando cambios climáticos globales. La intensa liberación de gas metano proveniente de depósitos desestabilizados en el lecho marino tendría consecuencias imprevisibles en nuestro sistema climático. Tales efectos permanecen inciertos, porque las fuentes de metano en el Ártico nunca fueron incluidas en el presupuesto global de metano, tampoco fueron consideradas en los modelos climáticos globales, que tienen como objetivo prever los escenarios climáticos futuros para la Tierra. El objetivo de nuestras investigaciones es llenar esa laguna del conocimiento, hacer que el futuro sea más previsible y, en última instancia, ayudar a sobrevivir a nuestro planeta y a todos los organismos que en él existen, incluyéndonos a nosotros, los seres humanos.

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“Temo que exista un problema con las instituciones más influyentes —por ejemplo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, sigla en inglés)— que hace algunos años aparentaban ser más progresistas y visionarios, pero ahora se volvieron más inertes, conservadores y obstaculizadores, cuando se trata de aceptar un nuevo conocimiento e incorporarlo a sus dominios. Esto puede percibirse de forma clara especialmente cuando se refiere a la región ártica. Si esto no cambia, todos nosotros pagaremos un precio muy alto.”

BV: ¿Es posible prever las consecuencias de las emisiones de metano para el planeta?

Shakhova: El Ártico tiene grandes cantidades de metano, como un gas preformado, y de carbono orgánico, que puede servir de un sustrato para la metanogénesis (formación de metano) cuando el permafrost se derrita. Afortunadamente, el permafrost de áreas terrestres, que constituye la mayor parte de ese suelo en el mundo, permanece muy estable. Ya el permafrost submarino está pasando por cambios drásticos en su sistema térmico, debido al calentamiento del agua del mar y de otros factores. Recuérdese que, en la ESAS, el permafrost se formó durante una era glacial en la que el actual lecho marino de la plataforma no estaba debajo del agua, y sí expuesto a temperaturas [del aire] congelantes. Cuando los glaciares empezaron a derretirse y la ESAS se llenó de agua, los sedimentos congelados fueron cubiertos de agua mucho más caliente que el aire e, inevitablemente, la temperatura en el lugar comenzó a subir hasta el punto de deshielo. Ese hecho es muy perturbador.

BV: ¿Qué puede suceder con el deshielo del permafrost submarino?

Shakhova: Él cubrió los depósitos de metano que estaban en el fondo del mar hace miles de años, tiempo en que el metano continuó acumulándose en esos lugares. (...) Si ese material fuera liberado súbitamente y en gran número, el aumento repentino de los niveles de metano en la atmósfera podría generar consecuencias imprevisibles en el clima del planeta. Lamentablemente, nuestro conocimiento actual aún es limitado, y una especulación mayor a ese respecto sería irresponsable. (...) Necesitamos dar seguimiento a nuestras investigaciones hasta que podamos determinar mecanismos para evitar ese escenario. No obstante esto, todo lo que pueda hacerse para disminuir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero será un paso en la dirección correcta.

BV: ¿Cuál es la expectativa con relación a la 21a Conferencia sobre el Cambio Climático, promovida por la ONU, en París?

Shakhova: Intento permanecer optimista cuando se habla de cooperación internacional acerca de cuestiones de cambios climáticos. También sé que cualquiera de las decisiones tomadas y declaraciones anunciadas deben ser constructivas y viables. Para esto, los responsables de las decisiones y las políticas públicas deben recibir informaciones imparciales e incluyentes respecto a los procesos y detonadores efectivos que llevan al sistema climático fuera de la normalidad. Temo que exista un problema con las instituciones más influyentes —por ejemplo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, sigla en inglés)— que hace algunos años aparentaban ser más progresistas y visionarios, pero ahora se volvieron más inertes, conservadores y obstaculizadores, cuando se trata de aceptar un nuevo conocimiento e incorporarlo a sus dominios. Esto puede percibirse de forma clara especialmente cuando se refiere a la región ártica. Si esto no cambia, todos nosotros pagaremos un precio muy alto.

BV: ¿Cuál es el mayor legado que quiere dejar con sus investigaciones?

Shakhova: Lo que un científico puede dejar a la Humanidad es un nuevo conocimiento que ayudará a las personas a mantener el planeta vivo y saludable. Hacemos el trabajo en el Ártico ruso, con su clima severo, a veces poniendo nuestra vida en riesgo, por el futuro de nuestros hijos y para que todas las personas del planeta puedan tener una vida normal.