Entienda por qué dar voz a los niños

Los niños tienen la capacidad de despertar en nosotros importantes sentimientos: la alegría, la esperanza y la renovación.

Gabriela Marinho

26/03/2015 | Jueves | 17:20 horas | Actualizado el 22/09 a las 16:07 horas

¿Quién nunca se sorprendió con una frase sencilla y sincera de un niño? Ellos tienen la capacidad de despertar en nosotros importantes sentimientos que acaban perdiéndose a lo largo de los años por las dificultades del quehacer diario: la alegría, la esperanza y la renovación. Con su sencillez de Alma para ver los problemas del mundo, nos dan buenos ejemplos sobre cómo podemos lidiar con ellos y transformar nuestras vidas. Una discusión entre niños, por ejemplo, no perdura, porque rápidamente después de algunos minutos ellos se olvidan del motivo de la pelea y vuelven a jugar. Sin reducir la complejidad de las relaciones humanas de los adultos, ¿es posible imaginar cómo sería la humanidad, si en el mundo de los mayores también fuera así? 

Jesús, una de las figuras más reconocidas por los pueblos, dio voz a los pequeñitos siendo uno de los primeros en comprender la importancia social y espiritual de los niños. En Su Evangelio, advirtió: “En verdad os digo que, si no os volvéis y os hacéis como niños, de modo alguno entraréis en el Reino de los Cielos” (San Mateo, 18:3). Con esta ponderación, Jesús volvió la atención de sus discípulos, así como la de todos nosotros, hacia las contribuciones y valores de esos actores sociales tan importantes: los niños. Una visión, incluso, que si se adopta, nos capacita para vivir mejor en un Reino de Paz que puede construirse todos los días, en nuestra casa, en el ambiente de trabajo o dentro de nosotros mismos. Es decir, incorporar esa alegría a nuestra mente y Alma, pues es también de Jesús la siguiente afirmación: “El Reino de Dios está dentro de nosotros” (Evangelio según San Lucas, 17:21). Véase ahí la atención y el cuidado que debemos tener con todos los pequeñitos que conocemos, sea un hijo, un hermano, un sobrino. 

De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo en el 2011, fueron estimadas 19.000 muertes de niños por día; el 40% de las mismas fueron bebés en el primer mes de vida, por causas evitables. Números significativos, que nos llevan a reflexionar qué hemos hecho nosotros para asegurarles una vida cada vez más justa y digna, independientemente de nuestra área de actuación profesional. El educador y Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), Paiva Netto, en más de seis décadas de trabajo en favor de la educación de las generaciones y del futuro de la Humanidad, así se expresa sobre la atención debida a los pequeños: “El niño solo devuelve aquello que la sociedad le da. Si la sociedad le ofrece basura, generalmente él le devolverá basura, pero, si le diera Amor —que significa Fraternidad, Solidaridad, Compasión—, él será más bonito de espíritu y de rostro”. 

Estas palabras fueron proferidas el 2 de marzo de 1996, durante una de las más importantes inauguraciones de la Institución en favor de la enseñanza de los más jóvenes: el Centro Educativo de la Legión de la Buena Voluntad, en la ciudad de Rio de Janeiro (Brasil), una demostración del respeto y del cariño por el futuro de todos los niños cariocas y sus familias. 

Además, desde su inauguración en 1950, la LBV tiene ese cuidado y preocupación en mirar a los niños como importantes agentes de transformación. Una de las recientes e importantes acciones creadas a favor de los niños es el Foro Internacional de los Soldaditos de Dios*, desarrollado y pensado por los propios niños desde el 2003, cuando fue creado por Paiva Netto. 

Consolidando 12 años de protagonismo infantil, el foro mantiene su objetivo, conforme fue definido por su creador: “Tenemos que mostrar que un pensamiento infantil es un pensamiento que nos da la perspectiva de un mundo mejor (...). Los niños tendrán la oportunidad de manifestarse (…) porque necesitan aprender a defenderse (con Amor e inteligencia, consolidados en la Espiritualidad Ecuménica)”. Los niños se reúnen para tratar temas de su interés y de sus comunidades y, de igual forma, hacen que las familias atiendan la opinión de estos pequeños protagonistas. 

Son los niños quienes planifican la programación y junto a los profesionales de la LBV, realizan talleres, teatro, exposiciones, competencias y dinámicas. En 2015, el 28 de marzo, trabajarán por voto popular el tema “El Amor Fraternal siempre vence”. El evento se celebrará, en forma simultánea, en las escuelas y Centros Comunitarios y Educativos de la LBV y en las Iglesias Ecuménicas de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo. Y tendrá como conclusión, uno de los momentos de gran atención de los pequeños, las palabras del creador del Foro de los Soldaditos de Dios, Paiva Netto, que saludará vía Internet y conversará con todas las familias presentes.

Usted puede conocer mejor esta propuesta ecuménica de protagonismo infanto juvenil, entrando en contacto con el Portal Buena Voluntad. Haga clic aquí y hable con nosotros.

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* Soldaditos de Dios – Es una cariñosa denominación creada por el hombre de radio Alziro Zarur, inolvidable fundador de la LBV, desde los orígenes de la Institución, en la década de 1950. Ella se refiere al niño ecuménico y espiritualizado. Que puede, por las Instituciones de la Buena Voluntad (IBVs), recibir el desarrollo integral, del cuerpo y del espíritu, con la seguridad de haber formado cerebro y corazón, conforme es defendido por el dirigente de las Instituciones de la Buena Voluntad, José de Paiva Netto. El objetivo es llevar al niño a vivir equilibradamente, fundamentando su desarrollo sobre bases sólidas y eternas, para formar la Sociedad del futuro, la Sociedad verdaderamente Solidaria. Para esto, las bases se apoyan en el Nuevo Mandamiento de Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista: “Amaos como Yo os he amado. Solamente así podréis ser reconocidos como mis discípulos, si tuviereis el mismo Amor los unos por los otros. (...) No hay mayor Amor que este: dar su propia Vida por sus amigos”. (Evangelio de Jesús, según San Juan, 13:34 y 35; 15:13).

Versión: Heriberto Fleitas
Revisión: Luci Teixeira